Cuentos Rojos
Cuentos Rojos
CUENTOS ROJOS de Pere Gimferrer
Cuentos Rojos es original e inteligente en el planteamiento y en la coherencia. Aborda los temas de siempre pero hincados en la actualidad. No la actualidad de los periódicos -es decir, no la de las grandes líneas- sino la que ha echado raíces en la persona. Tal vez lo más llamativo sea ese vaivén de lo masculino a lo femenino, aniquilando el cliché, que queda destacado en la elección de los personajes; una lesbiana que roba en los supermercados; una mujer que le es infiel a su hombre con un “viejo impotente y aburrido”; una pareja de esquatters que disfrutan del sexo y se funden en un “nosotros” dominado por esta divisa: “jugaremos a no matar el niño en nosotros. Tu cuerpo es una infancia”.
Es un libro valiente: Susana Medina ha sabido crear una forma propia para que lo que quiere decir encuentre su cauce más directo y para que no exista contradicción entre forma/fondo. Es lúdico, como demuestra al final, cuando desmonta irónicamente el proceso de creatividad de una artista atormentada y su discurso hermético y egoísta ante los medios de comunicación. La distancia entre la realidad íntima y la vida estandarizada está muy bien recreada.
No hay candidez: repetidamente, los personajes transmiten una relación inmediata, ajena a la autoridad. Es un yo infantil y un yo íntimo. Lo exterior, el mundo es un ruido; como mucho, un suburbio de la realidad.
Cuentos Rojos tiene gracia y mantiene una coherencia estilística que parece indicar que los aciertos no son mera casualidad. La autora sabe adónde quiere llegar. Aunque la forma –sobre todo, las frase más cortas- pueda despistar al lector, merece la pena leerlo con cuidado y advertir cómo la “candidez, la ingenuidad” no son tales y que hay un enfrentamiento al cliché interesante.